Hace ya tres años, a los 5 meses de nacer mi hija, en una revisión rutinaria, me diagnosticaron un cáncer de mama en estadio avanzado, con una metástasis. Tras este terrible diagnóstico médico y con tan solo 32 años, tuve que enfrentarme a la idea de que, en el mejor de los casos, tendría que vivir toda mi vida con esta enfermedad. Tras muchos meses de tratamiento convencional, conseguimos que el tumor se redujera lo suficiente como para poder cambiar a un tratamiento menos agresivo.
Justo hace un año, después de unos meses de tratamientos hormonales, sin un pecho y sin los ovarios, el tumor comenzó de nuevo a crecer. Como consecuencia de ello, el médico decide volver a aplicarme tratamiento de quimioterapia. En ese momento pensé que me quedaba poco tiempo, que nada había que yo pudiera hacer por cambiar mi situación. Es terrible sentir que estás llena de vida, que aún no ha llegado tu momento, y pensar que no puedes hacer nada por cambiar las cosas.
En el peor de mis momentos, sumida en una profunda desesperación, y viendo que ahora ya no respondía a los tratamientos de quimioterapia, mientras paseaba por la calle, me llamó la atención un cartel que hablaba sobre una charla de hipnosis clínica?!. Yo, licenciada en psicología, con muchos prejuicios y una idea bastante pobre sobre este tema, sentí una enorme curiosidad por asistir a la charla.
Agradezco enormemente haberme dejado llevar por esta curiosidad, ya que a partir de ese momento comenzó un importante y profundo cambio en mi vida. Por supuesto, este cambio supone haber conocido a Esther, la persona que me ha ayudado y acompañado en todo este proceso.
A lo largo de estos meses de trabajo he podido ser consciente de lo que para mí ha supuesto un cambio en la manera sentir y de vivir mi vida y mi enfermedad. Por fin he podido tomar las riendas, recuperar mi propio poder sobre mi cuerpo y en definitiva, sobre mi vida. En este tiempo, he podido hacer consciente mi propia responsabilidad sobre la enfermedad, lo cual para mi ha supuesto un cambio de paradigma muy importante.
Al fin, he tomado la difícil decisión de vivir con salud, aunque la medicina tradicional no apueste de la misma manera. Ya no le tengo miedo a la enfermedad, tampoco a la muerte, es cuestión de elección: y yo elijo la salud y elijo la vida.
Ahora soy una persona más feliz, vivo más tranquila y en paz conmigo misma, también con los demás. He aprendido a quererme, a dedicarme este tiempo tan valioso y a cuidar de mi con mucho mimo. Ahora soy capaz de felicitarme por los pequeños avances.
Y aquí sigo… sigo trabajando para vivir y disfrutar intensamente de mi presente, viviendo el aquí y ahora, sintiendo que en este momento reboso salud.
Gracias Esther por haberme acompañado todo este tiempo. Te estoy profundamente agradecida por ello. Sandra M.