Aquí tenéis un testimonio que me ha hecho llorar… ¡Preparar pañuelo porque es muy hermoso!
Graciasssss infinitas Bea, por compartir tu experiencia de sanación de tu aborto y hacerlo como lo has hecho, de corazón a corazón. Es absolutamente generoso y un gran acto de poder que puede ayudar e inspirar a muchas mujeres que hayan pasado por la misma situación. Verte cómo has sido capaz de trascender la vivencia, agradecer a ese ser por lo que os ha aportado a tí y tu familia, y quedarte llena de amor y alegría para recibir de nuevo la vida me ha conmovido, es absolutamente inspirador!!! Yo tampoco creo en las casualidades, y ha sido un tremendo honor para mí poder acompañarte y presenciarlo.
Graciasssss infinitas Bea, por compartir tu experiencia de sanación de tu aborto y hacerlo como lo has hecho, de corazón a corazón. Es absolutamente generoso y un gran acto de poder que puede ayudar e inspirar a muchas mujeres que hayan pasado por la misma situación. Verte cómo has sido capaz de trascender la vivencia, agradecer a ese ser por lo que os ha aportado a tí y tu familia, y quedarte llena de amor y alegría para recibir de nuevo la vida me ha conmovido, es absolutamente inspirador!!! Yo tampoco creo en las casualidades, y ha sido un tremendo honor para mí poder acompañarte y presenciarlo.
“Cada vez creo menos en las casualidades, estoy convencida de que las cosas y las personas pasan por algo, y cuando alguien te resuena es porque ya le has conocido antes y volverás a re-conocerlo.
Por eso, cuando oí a Marian hablar por primera vez de Esther Santiago y del canto prenatal, aunque mi cabeza decía que era una frikada de las suyas, algo me hizo cotillear en su web para saber algo más. No volví a acordarme de ella hasta que nació Vera; no pensaba que eso del canto prenatal fuera conmigo, pero la realidad fue que tuve un embarazo muy musical, cantando y bailando a diario y con canciones significativas que me (nos) acompañaron esos nueve meses y los siguientes de crianza. Y, ¿casualidades de la vida?, en esos primeros meses me encontré con Esther en un par de ocasiones, cruzamos poco más que un par de frases, pero pude percibir su dulzura y la calma que transmitía. Entonces decidí que mi proximo embarazo lo acompañaría con canto.
Por eso, cuando oí a Marian hablar por primera vez de Esther Santiago y del canto prenatal, aunque mi cabeza decía que era una frikada de las suyas, algo me hizo cotillear en su web para saber algo más. No volví a acordarme de ella hasta que nació Vera; no pensaba que eso del canto prenatal fuera conmigo, pero la realidad fue que tuve un embarazo muy musical, cantando y bailando a diario y con canciones significativas que me (nos) acompañaron esos nueve meses y los siguientes de crianza. Y, ¿casualidades de la vida?, en esos primeros meses me encontré con Esther en un par de ocasiones, cruzamos poco más que un par de frases, pero pude percibir su dulzura y la calma que transmitía. Entonces decidí que mi proximo embarazo lo acompañaría con canto.
Pero mi siguiente embarazo no fue como esperaba, y mi bebé se fue tras pocas semanas. Y me volví a acordar de Esther, le pregunté si acompañaba duelos con la voz y me habló de la hipnosis… pero en ese momento no me resonó, no era lo que necesitaba, quería despedirme de otra manera… no sé explicarlo. Sin embargo, un par de meses después volví a ponerme en contacto con ella y me decidí a intentarlo. En ese tiempo me recuperé fisica y psicológicamente, hice pequeños rituales de despedida. .., pero sentía que me había quedado algo pendiente, que aunque había intentado despedirme en varias ocasiones y de diferentes maneras, no lo conseguía del todo. Y no quería estancarme, sabía que era algo que tenía que trabajar y cerrar, y no me veía abriendo mi corazón a alguien desconocido, así que pensé que en un estado hipnótico (aunque no sabía muy bien qué era) sería más fácil hablar sin miedos ni prejuicios.
Y al re-encontrarnos
Unas semanas después hicimos una segunda sesión y más enfocada a “eso” que necesitaba, y la experiencia fue brutal, fue un auténtico parto de emociones, esta vez acompañado de respuestas y sensaciones físicas realmente fuertes, y otra vez canciones, y David, y Paloma… Acabé la sesión agotada, pero con la seguridad de que ya estaba, por fin podía despedirme de verdad, con calma, sin culpa. De hecho en poco tiempo me di cuenta que había dejado de “añorar” a ese bebé, o ese embarazo, y que ya me podía visualizar embarazada de nuevo, deseando otro bebé, no el que se fue. Sé que es difícil de comprender para quien no lo ha vivido, que puede sonar raro… claro que me acuerdo y me acordaré toda mi vida, pero ya desde la paz y la nostalgia, no desde el dolor y la rabia. Esther me ayudó a encontrar la luz en un camino oscuro en el que realmente nadie te acompaña, no porque no quieran, sino porque muchas veces no saben y otras eres tú misma la que no te dejas acompañar porque no te apetece tener al lado a alguien que no va al mismo ritmo que tú. Creo que encontré a la persona adecuada en el momento adecuado.
Y si hoy escribo esto tampoco es por casualidad: hace tres días nacieron los jacintos; ayer volví a escuchar y leer el cuento-canción de Robert Munsch; y volviendo a casa sonó en la radio “Tears in Heaven”, y caí en la cuenta, y rompí a llorar. Ayer, 29 de diciembre, se hubieran cumplido mis 40 semanas de embarazo. Cada vez creo menos en las casualidades.”
Bea